Historia de un Medio Maratón

A veces cuesta tanto sacar fuerzas para entrenar que tienes que repetirte mentalmente que tienes que hacerlo, que tú puedes... así, varias veces. He decidido contar lo que significó para mí cruzar aquella meta el día 25 de abril para que no se me olvide, y cuando las fuerzas flaqueen volver a leerlo y saber que mereció y merecerá la pena.




El año pasado no fue un año muy lluvioso en Madrid pero el día 25 de abril amaneció lloviendo, no mucho pero esa lluvia tonta que molesta. Maldecí por dentro pero después de 3 meses entrenando no había opción de volver a meterse en la cama. Cuando llegué a Atocha apenas llovía, llevaba mi chubasquero puesto que también me quitaba el frio de las 8 de la mañana. Me comí mi plátano y me bebí mi botellita de agua, ahora sólo quedaba hacer cola para los baños, esos que siempre están llenos y nunca son suficientes. La chica que tenía delante estaba contando que en los baños de la Casa de Campo hay la misma cola, le pregunté qué si durante la carrera y me dijo que sí, que las mujeres hacíamos cola hasta en mitad de una carrera. Me hizo mucha gracia y sin darme cuenta los nervios se fueron. Cuando anunciaron que empezaba la carrera todavía me quedaba una persona para pasar pero no había prisa, hay tanta gente que fácil estamos cruzando la salida 20 minutos.

Cuando empiezas andar entre la gente una especie de cosquilleo te invade, es hora de sincronizar relojes, encontrar GPS y aplaudir cuando te vas acercando a ese arco, la gente que tienes cerca te desea suerte y dice frases de esas súper motivadoras y de repente Clic. La aventura ha empezado. Subí hasta Bernabéu sin prisas y buscando a mis amigas que bajaban corriendo los 10 km. Desde ese punto subir la Castellana era un incógnita y una de esas cosas que más respeto me daba. Puede ser que lo hiciera más despacio de lo esperado pero tenía tanto miedo a cansarme antes de tiempo. Llegando a Plaza Castilla estaba el primer avituallamiento y ya se veían las torres. Llegar hasta ellas me hizo tanta ilusión, primera prueba superada había subido la Castellana.

Empezó a llover débilmente, nada molesto, ahora tocaba empezar a bajar. En una marquesina de autobús había una chica haciendo fotos mientras nos gritaba que éramos unos campeones, son esas cosas las que te hacen sonreír mientras sufres. Entramos en Bravo murillo, y eso de bajar sonaba tan bien. A esa altura ya tienes el ritmo cogido y sabes quien te va a acompañar durante el trayecto. Llegando a Nuevos Ministerios me fijé en la mujer que iba delante, rondaría los 60 años y su camiseta decía " Slow miles, better no miles". Y que razón tenía.

A la altura del km 13 más o menos, un hombre mayor, unos 65 años, iba animándonos mientras corría " Ya lo tenéis hecho, os queda menos de la mitad, si seguís así en 2h 20min o 2h 30min, tranquilos que vais a cruzar a esa meta" alguien le pregunto en cuanto lo iba hacer él y según escuchamos la respuesta todos le miramos, él ya había corrido el Medio Maratón de Madrid a primeros de abril y ahora iba a por el maratón y le daba igual el tiempo porque a esas alturas de la vida ya lo tenía todo hecho, pero sabía que cruzaría la meta. Un poquito más adelante se bifurcan las distintas pruebas y entre despedidas, suertes y mucha admiración por los que toman el camino largo, se aplaude. Fue justo en ese momento cuando me encontré con este hombre, verle hizo que no me pensara ni un segundo lo que costaba subir Ortega y Gasset.

Vía Rock'n'Roll Madrid

Al llegar a la Plaza del Marqués de Salamanca me pasó el carrito de Cris contra el cáncer y ya faltaba poquito para ver a mis padres, que si me habían hecho caso estaban cerca del km 15. Nos volvíamos a juntar con los del maratón, esta vez con lo más rápidos, yo llevaba 15 km y ellos 41. Empecé a fijarme con detenimiento en la gente, no quería pasar de largo sin ver a mis padres y allí estaban, donde les dije. Mi madre me preguntó que como iba y le dije que bien que casi perfecta, y mi padre me dijo que corriera que la de Velvet ya había pasado hace un rato. Ese chute de energía y empezar a bajar Menéndez Pelayo sólo indicaban una, quedaba muy poquito.

Una vez que llegas a la zona del Retiro el ambiente cambia, los que ya han terminado y van saliendo no dejan de animarnos y tu cabeza ha cambiado el chip, ya sólo quedan 5km. A la altura de Atocha estaban los chicos/as de Running Company dando ánimos sin parar. Llegaba lo peor y lo que más miedo me daba empezar a subir Alfonso XII, y justo empezó a llover. Yo resoplé y pregunté en alto "¿Es necesario?" alguien por detrás me contesto que pensara en los que estaban en la Casa de Campo, y tenía razón, quedaban a penas 2 km y no era momento de lamentarse. A esas alturas había que hacer el último esfuerzo y subir, subir sin apenas pensar.

Cuando llegue a la Puerta de Alcalá volví a buscar a mis padres, les había dicho que estuvieran por allí sabía que me iba a venir bien para ese último empujón. Estaban bastante más arriba de lo que pensaba, y mi madre me dijo algo que no entendí pero que comprendí muy pronto cuando vi a mis amigas calándose literalmente y aplaudiendo. Allí estaban casi dos horas después de su carrera, muertas de frio esperándome a mí!! Entré en el Retiro casi volando, no os podéis imaginar lo que ayuda ver caras conocidas en esta aventura. Empiezas a cruzar arcos, la música empieza a sonar fuerte y la gente aplaude y anima, os puedo asegurar que en ese momento todo el mundo se viene arriba, ahora sí que está hecho, queda un kilómetro!! Durante los meses de entrenamiento siempre que me visualizaba en este punto se me saltaban las lágrimas, ese día sonreía a pesar del cansancio, apreté el ritmo, total ya no tenía que guardar fuerzas y cuando ves la meta a lo lejos... Corres, levantas los brazos, aplaudes y Clic. Sueño cumplido!! Lo había hecho, había cruzado la meta, había corrido 21 km y 97 metros sin parar!! 2 horas y 27 minutos que me supieron a gloria a pesar de mi lentitud, porque yo no quiero llegar la primera sólo quiero llegar!!


Y como me quedé con ganas de más este año vuelvo a repetir, a disfrutar y a saborear esa felicidad en forma de sufrimiento.



2 comentarios:

  1. Enhorabuena campeona y gracias por tu ejemplo. Muackss
    Ahh y mi corazón estará contigo en esa carrera

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  2. Campeonísimaaaaa!!! no sabes lo que te envidio, no sé si seré capaz algun día de correr una media, lo veo lejos, muy lejos. Has descrito perfectamente lo que se siente al llegar a meta, y sobre todo cuando te espera la gente que quieres. En una de mis carreras estuvo mi madre animándome y esperándome en la meta y abrazarla fue mi premio. Por ahora, solo he conseguido llegar bien en carreras de 10k, algún día, espero, conseguiré un triunfo como el tuyo. Mua!!

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